lunes, 17 de octubre de 2011

TODO POR UN HIJO (EL EQUIPO HOYT)



J.J.D.R.
Cuando Rick Hoyt nació, su cordón umbilical quedó prendido de su pequeño cuello. Su cerebro acusó enseguida la falta de oxígeno causándole una parálisis cerebral. Sucedió en el año 1962. Sus padres, Dick Hoyt y su esposa Judy, se enfrentaron al dolor y el desconsuelo más grande que unos padres pueden sentir.

DICK HOYT JUNTO A SU HIJO RICK

A los ocho meses los médicos aconsejaron a la joven pareja que diesen término a la vida de su hijo. No sentirá nunca ninguna emoción, no reconocerá a nadie, no logrará sobrepasar lo que puede sentir o padecer un simple vegetal, les dijeron.
Mirando de frente a la vida, aceptaron el reto y eligieron soñar con que algún día, tan sólo un día, se levantarían una mañana y su hijo les dedicaría una amplia sonrisa.
Pasaron los años. A la vida de la familia Hoyt llegaron dos nuevos miembros, hermanos de Rick, que superaron con normalidad ése trance vital y delicado que es el nacer y llegar sano al mundo.


Los repetidos intentos por que aceptaran a Rick en alguna escuela especial fueron denegados. Decían que no poseía un mínimo de inteligencia, un solo ápice que reconociese conciencia en su cerebro.
Dick y Yudy nunca se dieron por vencidos y buscaron sin descanso una oportunidad de mejora para su hijo.
La oportunidad les llegó de la universidad Tufts de Massasuchetts en Boston.
Tras varias pruebas al pequeño Rick, los médicos reconocieron leves signos de inteligencia en las reacciones del muchacho. Respondía a estímulos, y eso era más de lo que sus padres nunca llegaron a soñar.
Un ordenador interactivo podía ayudar a Rick a comunicarse.
Todos los ahorros de la familia Hoyt fueron invertidos en la computadora, esperanzados de que con aquel invento su hijo pudiese comunicarse con ellos, una sola palabra, aunque fuese a través de una pantalla, valía el sacrificio de toda una vida.
La máquina consistía en una pantalla donde las letras pasaban lentamente. Cuando la letra deseada aparecía, con un movimiento de la cabeza, Rick pulsaba sobre un botón y la letra era capturada, así una tras otra hasta formar palabras y después frases.
La vida de los Hoyt cambió de la noche a la mañana. Su hijo era capaz de comunicarse con ellos de forma simple y escueta, pero cambió sus vidas, Rick tenía en aquel entonces doce años de vida.
El siguiente paso fue que le aceptaran en la escuela pública, hecho que se hizo realidad en 1975.


Dos años más tarde un trágico accidente dejó paralítico a un estudiante de la escuela en la que estudiaba Rick. Se celebraría una carrera benéfica en homenaje al joven accidentado.
Fue entonces cuando Rick le hizo una inesperada petición a su progenitor,
Papá quiero participar en la carrera.
Sobre una silla especial, Rick participó en aquella carrera. Su padre corrió empujando la silla de su hijo hasta alcanzar la meta. La gente les miró con extrañeza. Observaron pasivos la gesta de Rick sin entender que su alma y su corazón volaban más rápido de lo que lo hacían las piernas de su padre.


No me sentí discapacitado cuando corría, le dijo aquel día a su padre.
Aquella frase sirvió a Dick Hoyt para entender que su vida y la de su hijo sufrirían un cambio radical. Desde entonces no pararon de participar en diferentes eventos deportivos. Sólo hacía falta que Rick mencionase que quería correr en tal o cual carrera, para que su padre se inscribiese de inmediato junto a él.


Fue en Boston en el año 1981 donde corrieron su primera maratón. La fatiga y el esfuerzo que tuvo que hacer Dick fueron impresionantes. Daba igual la posición final en la carrera, menos todavía el resultado, sólo la sonrisa y el gesto de satisfacción de Rick Hoyd era lo más importante de aquella gesta sin importar lo más mínimo el cansancio o el sufrimiento que pudiera sentir. En aquella primera maratón de Boston, empujó el carro que llevaba a Rick con la fuerza indescriptible que el amor hacia su hijo le proporcionaba.
Desde aquel día padre e hijo no pararon de correr en eventos deportivos durante 20 largos años. El “equipo Hoyt” -nombre por el que han sido conocidos en el mundo- comenzó una gesta indescriptible de éxitos deportivos pero sobretodo de amor fraternal incondicional.
El Ironman es una prueba en la cual hay que nadar 3.800 metros, circular en bicicleta durante 180 kilómetros y acabar con 42, 2 kilómetros de maratón.


Adaptando tres medios de locomoción diferentes para que Rick fuese cómodo, el equipo Hoyt participó en 6 Ironman. Dick Hoyt tuvo que aprender a nadar y hacer un serio aprendizaje en bicicleta, pues no había subido en una desde los 6 años.


Teniente coronel de la Fuerza Armada en la Guardia Nacional Aérea, Dick Hoyt se multiplicó para poder satisfacer los deseos de su hijo. Entrenaba 5 horas al día durante 5 días a la semana. Su forma física era inmejorable. Su fortaleza mental aún era más poderosa y su corazón una caja fuerte de sensaciones y dolor minimizado.


Durante su última maratón, Dick Hoyt sufrió un ataque al corazón. Una de sus arterias estaba obstruida en un 95%. Los médicos le comunicaron que de no haber estado físicamente tan fuerte hubiese muerto en el acto.
El equipo Hoyt corrió 224 triatlones, 6 Ironman, 5 media triatlón Ironman, 20 duatlones, 65 maratones (25 de ellas en Boston), 818,6 carreras de milla y 81 media maratón.
La leyenda de los Hoyt se forjó a través del asfalto de numerosas ciudades, bajo las frías aguas de diferentes mares y el pedaleo constante por pueblos dispares.


En el año 1993 Rick Hoyd consiguió una graduación especial en educación física en la universidad de Boston, ciudad ésta donde vive y trabaja de manera independiente actualmente.



Padre e hijo ahora se dedican a dar conferencias y charlas motivacionales por la geografía de Estados Unidos. Con su ejemplo y fuerza ante las adversidades, aconsejan y dan ánimos a aquellos que quieren y desean aprender de su experiencia vital.


Ser padre es el mayor reto que el ser humano puede emprender. Ser padre es una lucha constante, un desafío diario, un sendero de incierto recorrido repleto de recovecos llenos de sorpresas y continuas enseñanzas. Supongo que para Dick Hoyt el reto de su vida fue lograr con su enorme y dificultoso esfuerzo, la sonrisa inocente y sincera de su hijo, el mismo niño que desde que nació, supo que podía perder en cualquier momento.


Llegar a la meta de cada carrera y ver el rostro de su hijo fue estímulo más que suficiente como para poner al límite sus fuerzas y hasta su propia vida.
El equipo Hoyt es un ejemplo de amor sin límites ni condiciones.
El equipo Hoyt demostró al mundo que todo es posible, hasta el hecho de que un padre lleve a cuestas a su hijo hasta el fin del mundo, tan sólo a cambio de una bella y plena sonrisa de alegría.





Aportes y Datos:
Web del Equipo Hoyt:
http://www.teamhoyt.com/
Wikipedia
http://es.wikipedia.org/wiki/Equipo_Hoyt

Imprescindible no perderse los vídeos con las hazañas del Equipo Hoyt, son impresionantes.
Vídeos:




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10 comentarios:

Ladys Maza Santoya dijo...

Hola Jorge te felicito de corazón por esta entrada, realmente una historia de amor incondicional que puede sentir un padre o una madre por su hijo, el amor verdadero supera los limites más grandes del mundo!
He conocido muchos de estos casos, trabajo en la parte de recusos humanos de una empresa que ayuda a la fundación ALUNA, gente especial y es un gran ejemplo para todos.
Realmente se aprende de estas personas.
Muchas Gracias por compartir.
Un beso =)

Jorge Donato dijo...

Recientemente he conocido la épica historia de los Hoyt y sinceramente la emoción que sentí al ver el sufrimiento de ése padre por hacer feliz a su hijo, me sirvió de ejemplo.
Como siempre gracias Ladys Maza por tu visita y comentarios.
Saludos.

Anónimo dijo...

Felicidades Jorge, sin duda alguna uno de tus mejores relatos (los leo casi todos). Tal y como estan las cosas da gusto ver historias de amor y de superacion como esta, de nuevo te felicito y te animo a seguir escribiendo, aqui en el trabajo somos 3 seguidores tuyos. Gracias y hasta pronto.

Ricardo Castilla

Estampida Animal dijo...

Hola Jorge, desconocia por completo esta entrada y la verdad que te la has currado. Aplaudo con toda la fuerza del mundo y admiro a ese padre que lo dio todo por su hijo, luchando dia a dia ante los contratiempos que les marco la sociedad.. Con solo ver las fotos de la sonrisa del hijo al terminar las carreras.. vale el esfuerzo gastado. Un historia preciosa! Saludos!

Adolfo dijo...

Hola Jorge, esta historia la conocía hace algún tiempo, al verla en tu blog no he podido resistir la tentación de leerla y verla de nuevo, con muchas lagrimas en los ojos y tu sabes el porqué. En las adversidades los hijos son los que te dan las fuerzas para seguir hacia delante.
Un fuerte abrazo amigo.

Jorge Donato dijo...

Amigo Richi,
Me alegra saber que estáis ahí, al otro lado, leyendo lo que de manera humilde escribo. Eso me estimula para seguir curioseando y redactando esas historias curiosas de la vida y el mundo que nos rodea.
Un abrazo amigo y gracias por comentar.

Jorge Donato dijo...

Hola Estampida,
Conocí la historia del equipo Hoyt hace poco tiempo, y realmente acabé llorando como un niño al contemplar tan maravillosa historia de amor.
La fuerza del cariño es el motor más potente del mundo.
Gracias amiga por tu visita.
Saludos.

Jorge Donato dijo...

Mi amigo Adolfo,
Los hijos lo son todo y un padre hace cualquier cosa por un hijo.
Cierto es que tú sabes bien lo que significa luchar con todas las fuerzas... y eso te honra.
Un fuerte abrazo.

Elsa dijo...

Estoy recorriendo tu sitio, y no puedo avanzar..cada historia que muestras es única. No conocía ésta. Ha provocado una gran cantidad de emociones en mí. Sacrificio,amor,admiración,amistad,límites, ejemplo,emoción,sufrimiento y muchas otras palabras que encierran este acto de vida . Felicitaciones Jorge! Sigo leyendo.
Saludos!

Jorge Donato dijo...

Hola Elsa,
Bienvenida a este sinuoso sendero de curiosidades e historias. Me alegro por tú visita y siempre serás bienvenida. La historia de los Hoyt, como bien dices, amalgaman sentimientos bien distintos en quienes conocen sus proezas.
Saludos cordiales.